Ponente invitada: Ester Alba Pagán (Universitat de València)
El siglo XIX está marcado por la creación de primeras sociedades y círculos artísticos, vinculados inicialmente con las necesidades de ocio de las élites masculinas. La creación de sociedades artísticas y literarias abrieron la puerta a una combinación de dos ideas aparentemente opuestas: por una parte, el respaldo de la práctica del arte mediante la apertura de exposiciones temporales y el encuentro distendido de profesionales y amateurs, y por otra dar respuesta a las necesidades de ocio instructivo vinculado con la cultura (música, teatro y artes) de la alta burguesía, en el que la mujer tuvo las puertas abiertas. Los artistas participaron en mayor o menor medida en la vida cotidiana de estas sociedades, entendidas algunas como entidades oficiales de riguroso reglamento y vinculadas con las élites sociales (es el caso Ateneos, Liceos o Círculos de Bellas Artes en España) y otras con la reunión amena de grupos de artistas para la práctica de la pintura (como sucedió por ejemplo con las sociedades de acuarelistas en diversas ciudades españolas, a similitud de otros centros europeos). Constituidos como espacios de sociabilidad, estas sociedades activas a lo largo de los dos últimos tercios del siglo XIX permitieron el desarrollo de las artes fuera del ámbito de las academias y escuelas de artes en distintas provincias, siendo también un lugar interesante para revisar las relaciones establecidas entre el artista, la burguesía y la ciudad; las surgidas entre los propios artistas y las obras producidas en las sesiones celebradas, así como las relaciones de género fomentadas en estos espacios.